Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro.
Decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. Así, se fueron los tres con su burro.
Al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba: “Mirad ese chico mal educado... él arriba del burro y los pobres padres, ya mayores, llevándolo de las riendas”.
Entonces, la mujer le dijo a su esposo: “No permitamos que la gente hable mal del niño”. El esposo lo bajó y se subió él.
Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba: “Mirad qué sinvergüenza ese tipo...deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima”.
Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas.
Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba: “¡Pobre hombre!. Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro! y pobre hijo ¡qué le espera con esa madre!”.
Se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres para comenzar nuevamente su peregrinaje.
Al llegar al cuarto pueblo, escucharon que los pobladores decían: “¡Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna!...”
Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro.
Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes: “¡Mirad a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen un burro que podría llevarlos!”.
Moraleja:
Siempre te criticarán, hablarán mal de ti y será difícil que encuentres a alguien a quien le conformen tus actitudes.
Entonces: ¡Vive como creas!, haz lo que te dicte el corazón. . . ¡lo que sientas!.
La vida es una obra de teatro que no permite ensayos...
Por eso: Canta, ríe, baila, ama... ¡y vive intensamente cada momento de tu vida...! ...antes que el telón baje... y la obra termine sin aplausos.
sábado, 28 de febrero de 2009
domingo, 22 de febrero de 2009
¿Piedras o diamantes?.
Un hombre caminaba pensativo por la playa en una noche de luna llena.
Todo lo que rondaba en su cabeza era:
"Si tuviera un coche nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una mujer perfecta, sería feliz..."
De repente tropezó con una bolsita llena de piedras. La tomó y al rato comenzó a arrojar las piedritas una por una al mar, repitiendo en voz baja: "
"Si tuviera un coche nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una mujer perfecta, sería feliz..."
Así lo hizo hasta que solamente quedó una piedrita en la bolsa. Decidió guardarla.
Al llegar a su casa descubrió con sorpresa que aquella piedrita era en realidad un diamante muy valioso.
¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó al mar sin detenerse a pensar?.
Así somos las personas: arrojamos nuestros preciosos tesoros por estar esperando lo que creemos perfecto, o soñando y deseando lo que no tenemos, sin darle valor a lo que sí tenemos cerca nuestro. Si miráramos a nuestro alrededor, deteniéndonos a observar, percibiríamos lo afortunados que somos.
Muy cerca nuestro está la verdadera felicidad.
Moraleja:
Cada piedrita debe ser observada, ya que puede ser un diamante muy valioso.
Cada uno de nuestros días puede ser considerado un diamante precioso, único e insustituible.
Depende de cada uno aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para jamás recuperarlo.
¿Y tú como estás lanzando tus piedritas? No olvides que algunas piedras que arrojes sin pensar pueden ser amores, amigos, trabajo, e incluso tus mismos sueños.
Todo lo que rondaba en su cabeza era:
"Si tuviera un coche nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una mujer perfecta, sería feliz..."
De repente tropezó con una bolsita llena de piedras. La tomó y al rato comenzó a arrojar las piedritas una por una al mar, repitiendo en voz baja: "
"Si tuviera un coche nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una mujer perfecta, sería feliz..."
Así lo hizo hasta que solamente quedó una piedrita en la bolsa. Decidió guardarla.
Al llegar a su casa descubrió con sorpresa que aquella piedrita era en realidad un diamante muy valioso.
¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó al mar sin detenerse a pensar?.
Así somos las personas: arrojamos nuestros preciosos tesoros por estar esperando lo que creemos perfecto, o soñando y deseando lo que no tenemos, sin darle valor a lo que sí tenemos cerca nuestro. Si miráramos a nuestro alrededor, deteniéndonos a observar, percibiríamos lo afortunados que somos.
Muy cerca nuestro está la verdadera felicidad.
Moraleja:
Cada piedrita debe ser observada, ya que puede ser un diamante muy valioso.
Cada uno de nuestros días puede ser considerado un diamante precioso, único e insustituible.
Depende de cada uno aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para jamás recuperarlo.
¿Y tú como estás lanzando tus piedritas? No olvides que algunas piedras que arrojes sin pensar pueden ser amores, amigos, trabajo, e incluso tus mismos sueños.
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